Melilla va al grano. Está al borde de África, pero habla en español cada día. No es como otras ciudades del norte de África porque aquí se mezclan callejones con sabor africano y fachadas con rollo español. Caminar por la ciudad es ver casas y plazas modernas, todo con arquitectura modernista y art decó, donde los turistas paran para sacar la típica foto buena con edificios de la belle époque. Callejeando, el patrimonio se nota en cada esquina, desde fortificaciones viejas hasta esculturas recientes que no dejan pasar el tiempo. Ese aire de historia se respira y también se ve en los muchos museos con piezas arqueológicas y arte local.
En nuestra página eparejas.com, la gente viene a conocer gente mientras recorre sitios emblemáticos. Eso se da en rutas por castillos, visitas a galerías, paseos por plazas llenas de historia. Todo un plan para singles que quieren mezclarse y echar unas risas sin complicarse la cabeza. Melilla no solo brilla con su pasado, también con su presente porque la gastronomía local junta sabores africanos y españoles en los bares del centro, perfectos para un café rápido o una cena sin muchas vueltas. Hay mucho para hablar después, desde algún torneo de pesca submarina cerca de la costa, hasta eventos que muestran el verdadero espíritu de las ciudades del norte de África. Tres mil turistas al año cruzan a Melilla por esa mezcla de tradición y misterio, y cada uno encuentra su sitio, quiera ver arquitectura moderna o entrarle a la pesca submarina y sumar algo más a su lista de sitios con patrimonio.
El Mediterráneo manda en la comida de Melilla. Hay platos que no fallan como el pescado frito y el cuscús, dos cosas fáciles de encontrar en la mayoría de bares y restaurantes. La mezcla de cultura aquí se nota fuerte en cada plato: también hay tagines, pinchos morunos y tajadas de pescado que no tienen nada que envidiar a los sitios más famosos de la costa. Si tienes antojo de algo diferente, cerca de la mezquita siempre hay sitios con propuestas nuevas, sobre todo los fines de semana, donde los dueños traen recetas del norte de África y la península.
En el centro, Bribón y Barlovento son bares donde la peña suele quedar para echar risas y escuchar música. Son de los lugares más movidos de la zona, sobre todo para los solteros que buscan charla sin rollos raros. Ahí, un par de copas, algo de picar y una conversación se encuentran igual de rápido que un amigo. El ambiente no tiene mucha ciencia: música fuerte, mesas llenas y pocas reglas. Muchos se conocen entre ellos pero no hay problema para mezclarse ni para sacar tema sobre fútbol, el desierto de Melilla o lo que sea.
En medio del bullicio social, eparejas.com ayuda a cualquiera que quiera pasar del chat a quedar en persona, sin líos. La web filtra por gustos y zonas, así si a alguien le interesa visitar el desierto de Melilla con alguien que comparta la misma cultura o simplemente buscar mesa cerca de la mezquita, ya sabe dónde mirar. Al final, todo gira en torno a la comida, el Mediterráneo y los bares donde todo el mundo acaba.
Las playas con agua cristalina son el sitio más simple para salir en Melilla. Queda bien para conocerse porque aquí puedes organizar una cita sin mucho rollo. Se puede pasear, tumbarse en la arena y ver cómo la gente hace pesca submarina. Muchos buscan algo distinto y aquí lo encuentran, sin mucho barullo.
En pleno centro está Parque Hernández. Es muy visitado, tiene árboles altos y bancos en la sombra. Aquí, quienes quedan por primera vez pueden andar y hablar tranquilos. El parque junta gente de muchas partes, así que la diversidad se nota. Entre los paseos no falta quien hable de arquitectura o cultura, y siempre terminan frente a la estatua o cerca de la mezquita, que en Melilla es punto de encuentro real. Las parejas nuevas a veces buscan rincones para sacar fotos. Si te interesa la naturaleza, acá se ve biodiversidad de sobra, los pájaros se escuchan sin parar.
Para los que quieren más aventura, la excursión al Gurugú es simple de organizar y no necesitas mucho tiempo. Muchos usan nuestro site eparejas.com para buscar quien quiera hacer la ruta, y ahí se suman a la movida. Subir la montaña no es difícil y arriba se ve todo Melilla, hasta el desierto tocando la ciudad. Es un plan ideal para conocer gente que hable de modernista o que pregunte por pesca submarina mientras mira el paisaje. Los atardeceres dan sombra a la biodiversidad del lugar y el silencio solo lo corta la charla entre quienes organizan una cita distinta. Si quedan con alguien de la web, siempre ayuda tener claro el punto de encuentro, con tiempo suficiente por si se va la señal en la montaña.